Invictus

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia
no me he estremecido ni llorado en voz alta.
Bajo el vapuleo del azar, mi cabeza está ensangrentada,
más no inclinada.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años me encuentra,
y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Partido de futbol con tu hermano pequeño=mierda!!

Como podéis ver, he empezado multitud de libros. La mayoría son una mierda, para ser claros. En fin, este es otro de los tantos que están en el cajón de los recuerdos de hace mil años. Bueno mi amiga Clara, que también tiene un blog que es laxicaprotegida escribe libros que están muy bien (sí, me a obligado a nombrarla y a ponerla en buen lugar). Bueno, no os meto más royo, besos, que os guste y comentar!


Fui a la cocina y empecé a preparar la cena al tiempo que ponía la mesa. Cuando estaba colocando los platos, Nathan entro y se sentó en su sitio. Llevaba una camiseta azul oscura, unos pantalones blancos y el pelo mojado y peinado hacia atrás.
—¡Mmm!—exclamó satisfecho—¡Pasta!
—No te molestes, ya puedo poner la mesa yo sola—saqué los vasos y los puse sobre la mesa.
—Vale—se río—, entonces me quedo sentado.
Le saqué la lengua, terminé de poner la mesa y empezamos a comer.
—¿Sabes quién es Vanesa?—me preguntó mientras enroscaba unos spaghetti y se los metía a la boca.
—¿Esa que va contigo a clase y de la que no dejas de hablar?—cité con una sonrisa.
—Esa misma—miró su plato y sonrió tímidamente—. Pues resulta que…, esto, salgo con ella.
—¡Ay!—exclamé—Pero si el pequeñín tiene novia.
Ahora fue el él que me sacó la lengua y yo reí.
—La podrías invitar—sugerí.
—¿Dónde?
—A casa del vecino no te parece. ¡Aquí, idiota, aquí!
—No se, no se.
—¿No te fías de tu hermana mayor?
—¿Es obligatorio contestar sinceramente? Porque dudo que te guste la respuesta.
Le pegué en la frente.
—Come y calla.
—Tú eres la que ha preguntado…
Cuando acabamos de cenar, Nathan se fue al salón a ver la televisión y yo fregué los platos.
—¿Has hecho los deberes?—le pregunté.
—Sí.
—¿Y te sabes el examen?
—Sí.
—¿Te pregunto?
—No te molestes, tranquila.
—Si yo estoy tranquila.
Seguí fregando y cuando por fin acabé, me senté en el pequeño sofá blanco junto a Nathan. La tele, en frente de nosotros, estaba encendida. A sus lados había dos estanterías llenas de libros y revistas. También, detrás del sofá, había una mesa de madera rodeada de sillas.
—¿Qué miras?—pregunté intentando identificar las imágenes que inundaban la televisión.
—La tele, ¿es que no es obvio?—contestó como si fuera la pregunta más lógica.
—Eso ya lo sé, idiota. Me refería a la serie película o lo que sea eso.
—¿Idiota? ¿Yo?—negó con la cabeza.
—¿Me lo vas a decir o no?
—Sí, sí. Pocoyo.
—¿Pocoyo qué?
—Pues que lo estoy viendo.
Abrí mucho los ojos y me reí con ganas, ya que Pocoyo eran unos dibujos animados para niños de unos 3 años.
—Venga, ahora enserio. ¿Qué miras?
—Te lo he dicho: Pocoyo. ¡Mira, ahora sale Pato!
Un gran pato amarillo hizo su aparición en pantalla. Llevaba un sombrero verde y unos ojos tremendamente grandes. Empezó a saludar a los espectadores en plan Miliki (¿Cómo están ustedes?)
—Tienes trece años y ves esto. Ya te vale. Seguro que al saber esto Vanesa se empezará a reír, te dejará y volverás a estar solitario.
—Ni se te ocurra. En realidad, acababa de terminar la película de Gladiator y no me ha dado tiempo a cambiar por que has venido tu ha incordiar.
Puse los ojos en blanco y cogí el mando de entre sus manos. Fui cambiando de canal en canal. Al llegar a la Sexta, no pude hacer nada ya que Nathan me arrebató el mando de las manos y exclamó un <<¡Déjalo, déjalo!>>. Al parecer estaban retransmitiendo un partido de fútbol Barça-Manchester United. Así que me pegué los siguientes tres cuartos de hora viendo como un balón iba de un lado a otro dentro de un rectángulo de césped verde y escuchando a mi hermano: <<¡Venga Xavi, que es tuya!>>, <<¡Dale, Puyol, dale!>> y <<¡En plena jeta, Edwin Van Der Sar!>>.
Me pregunto quien narices será ese Puyol…
Bueno, y también tuve que tragarme al comentarista: <> (Eso es obvio, lo tengo delante) o <> (¿Y eso quiere decir…?) <> (Perdona, pero de señor tengo poco) y <>
¡Joder, que ya lo veo no hace falta que me lo expliquen!
Al fin, cuando terminó el partido (no me enteré ni de quien había ganado) Nathan apagó la televisión y cada uno se fue a su cuarto.

3 comentarios:

LaDamaLobuna dijo...

jjaja ya lo abia leido, pero... como si no lo hubiera visto en la vida, prometido XD
muy en tu linea, sigue asii =P

Palabras en la noche dijo...

jaja ok mu maja

Anónimo dijo...

Tres intiresno, gracias