Invictus

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia
no me he estremecido ni llorado en voz alta.
Bajo el vapuleo del azar, mi cabeza está ensangrentada,
más no inclinada.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años me encuentra,
y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.

martes, 29 de diciembre de 2009

Prefacio: El principio

En fin me aburro, que se le va a hacer. Una amiga mía que también tiene un blog, ladamalobuna, me ha OBLIGADO a subir el prefacio de un libro que estoy escribiendo. Espero que os guste, bueno, no tiene mucho sentido, aviso...


Desde que existe el Universo, la Tierra ha tenido y tiene forma hexagonal. También saben todos que en tiempo hubo cinco continentes: Europa, América, Asia, África y Oceanía. Lo que, además, saben todos es que llegó el momento en el que esto cambio y dejó de haber solamente cinco continentes.
Lo que la gente no sabe, es que ocurrió algo, y por eso, no somos todos iguales.
América existía, pero Napoleón no había nacido todavía, por lo que era •”invisible” técnicamente.
En Europa estaban los romanos.
Y África, Asia y Oceanía eran todo tribus, poblados.
La tierra comenzó a temblar, los árboles se caían, los ríos se desbordaban las casas se desplomaban en el suelo a causa del movimiento.
“El fin del mundo” pensaban algunos. “Dios nos castiga por nuestros pecados” pensaban otros.
Ambos se equivocaban. Lo que ocurrió en realidad, lo que aparece señalado en la línea del tiempo y en todos los libros de Historia y Geografía, es que algunos de los continentes se partieron en dos: Europa por los Pirineos actuales, creando así un continente independiente, España. O mejor dicho, la Península Ibérica.
América también se separó en América del Norte y América del Sur, partiendo a Centro América por la mitad.
Los climas de aquellos continentes cambiaron radicalmente junto con parte de la vegetación.
A partir de ese momento, los días, los meses y los años, empezaron a contarse. Empezando por el año 0 y siguiendo por el 1 a.C, es decir, un año después de la Catástrofe. Hay quién piensa que los días se empiezan a contar el día en que Cristo nace, mas no es cierto, simplemente fue una casualidad.
Hasta aquí, todo el mundo lo conoce. Pero hay una pequeña e importante parte que no se puede encontrar en ningún libro, como mucho en algún diario muy concreto. Pero es muy improbable encontrar uno, por no decir imposible.
Por las brechas que formaron las divisiones de los continentes salió un gas. Pocas personas lo respiraron, pocas estaban realmente cerca.
Pero aquellas que lo hicieron dejaron de ser onocis para ser nocis.
Fue el cambio más doloroso que a experimentado jamás nadie.
Pero claro, ningún onoci estaba al tanto de lo que había ocurrido.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Diferentes

No os voy a contar la razón de por qué la chica esa esta donde esta, por la simple razón de que no tengo ni idea, aún lo estoy escribiendo. Mientras tanto os dejo esto, es un pequeño fragmento de un libro que estoy escribiendo junto con un par mas. un beso muy fuerte y FELIZ NAVIDAD a todos!!


Se acerca. No quiero que se acerque.
Camina hacia mí. No quiero que camine hacia mí.
No tiene escamas, sino piel rosada-naranja. Sus dedos delgados y frágiles, están acabados en largas garras, y sus extremidades son flácidas comparadas con las mías.
Tiene el pelo largo, hasta la parte baja de la espalda, rubio y ondulado; y sus ojos marrones como una hoja a punto de caer al suelo en otoño.
Me parece hermosa.
¿Qué? ¿Qué…acabo de pensar? No puedo haber sido cierto este último pensamiento.
Ella es…diferente, no me puede parecer hermosa.
Pero una pequeña parte de mi cerebro, sigue insistiendo en que es tremendamente bella.

La seguía. La miraba y la estudiaba.
Durante cinco días la seguí, sin saber nunca por qué.
¿Curiosidad? ¿Adoración?
Un día paró de andar, y se volvió hacia donde estaba yo, escondido entre los árboles, me miró y me sonrió.
Debería haberme movido, haber salido corriendo o cualquier otra cosa. Pero no lo hice. Ella se acercó un paso y yo me alejé otro.
Me habla. Me habla y yo escucho. Se sienta en el suelo y sigue hablando. Presto atención a las palabras que, lenta y musicalmente, salen de su boca.
Sin darme cuenta me acercó. Me acerco y ella no parece darse cuenta de ello ni de mi aspecto. Me acerco hasta tal punto que estoy sentado frente a ella estudiando cada uno de sus movimientos, hasta que se calla y yo no me doy cuenta, mas tres palabras que salen de su boca me sorprenden.
Me pareces hermoso.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Partido de futbol con tu hermano pequeño=mierda!!

Como podéis ver, he empezado multitud de libros. La mayoría son una mierda, para ser claros. En fin, este es otro de los tantos que están en el cajón de los recuerdos de hace mil años. Bueno mi amiga Clara, que también tiene un blog que es laxicaprotegida escribe libros que están muy bien (sí, me a obligado a nombrarla y a ponerla en buen lugar). Bueno, no os meto más royo, besos, que os guste y comentar!


Fui a la cocina y empecé a preparar la cena al tiempo que ponía la mesa. Cuando estaba colocando los platos, Nathan entro y se sentó en su sitio. Llevaba una camiseta azul oscura, unos pantalones blancos y el pelo mojado y peinado hacia atrás.
—¡Mmm!—exclamó satisfecho—¡Pasta!
—No te molestes, ya puedo poner la mesa yo sola—saqué los vasos y los puse sobre la mesa.
—Vale—se río—, entonces me quedo sentado.
Le saqué la lengua, terminé de poner la mesa y empezamos a comer.
—¿Sabes quién es Vanesa?—me preguntó mientras enroscaba unos spaghetti y se los metía a la boca.
—¿Esa que va contigo a clase y de la que no dejas de hablar?—cité con una sonrisa.
—Esa misma—miró su plato y sonrió tímidamente—. Pues resulta que…, esto, salgo con ella.
—¡Ay!—exclamé—Pero si el pequeñín tiene novia.
Ahora fue el él que me sacó la lengua y yo reí.
—La podrías invitar—sugerí.
—¿Dónde?
—A casa del vecino no te parece. ¡Aquí, idiota, aquí!
—No se, no se.
—¿No te fías de tu hermana mayor?
—¿Es obligatorio contestar sinceramente? Porque dudo que te guste la respuesta.
Le pegué en la frente.
—Come y calla.
—Tú eres la que ha preguntado…
Cuando acabamos de cenar, Nathan se fue al salón a ver la televisión y yo fregué los platos.
—¿Has hecho los deberes?—le pregunté.
—Sí.
—¿Y te sabes el examen?
—Sí.
—¿Te pregunto?
—No te molestes, tranquila.
—Si yo estoy tranquila.
Seguí fregando y cuando por fin acabé, me senté en el pequeño sofá blanco junto a Nathan. La tele, en frente de nosotros, estaba encendida. A sus lados había dos estanterías llenas de libros y revistas. También, detrás del sofá, había una mesa de madera rodeada de sillas.
—¿Qué miras?—pregunté intentando identificar las imágenes que inundaban la televisión.
—La tele, ¿es que no es obvio?—contestó como si fuera la pregunta más lógica.
—Eso ya lo sé, idiota. Me refería a la serie película o lo que sea eso.
—¿Idiota? ¿Yo?—negó con la cabeza.
—¿Me lo vas a decir o no?
—Sí, sí. Pocoyo.
—¿Pocoyo qué?
—Pues que lo estoy viendo.
Abrí mucho los ojos y me reí con ganas, ya que Pocoyo eran unos dibujos animados para niños de unos 3 años.
—Venga, ahora enserio. ¿Qué miras?
—Te lo he dicho: Pocoyo. ¡Mira, ahora sale Pato!
Un gran pato amarillo hizo su aparición en pantalla. Llevaba un sombrero verde y unos ojos tremendamente grandes. Empezó a saludar a los espectadores en plan Miliki (¿Cómo están ustedes?)
—Tienes trece años y ves esto. Ya te vale. Seguro que al saber esto Vanesa se empezará a reír, te dejará y volverás a estar solitario.
—Ni se te ocurra. En realidad, acababa de terminar la película de Gladiator y no me ha dado tiempo a cambiar por que has venido tu ha incordiar.
Puse los ojos en blanco y cogí el mando de entre sus manos. Fui cambiando de canal en canal. Al llegar a la Sexta, no pude hacer nada ya que Nathan me arrebató el mando de las manos y exclamó un <<¡Déjalo, déjalo!>>. Al parecer estaban retransmitiendo un partido de fútbol Barça-Manchester United. Así que me pegué los siguientes tres cuartos de hora viendo como un balón iba de un lado a otro dentro de un rectángulo de césped verde y escuchando a mi hermano: <<¡Venga Xavi, que es tuya!>>, <<¡Dale, Puyol, dale!>> y <<¡En plena jeta, Edwin Van Der Sar!>>.
Me pregunto quien narices será ese Puyol…
Bueno, y también tuve que tragarme al comentarista: <> (Eso es obvio, lo tengo delante) o <> (¿Y eso quiere decir…?) <> (Perdona, pero de señor tengo poco) y <>
¡Joder, que ya lo veo no hace falta que me lo expliquen!
Al fin, cuando terminó el partido (no me enteré ni de quien había ganado) Nathan apagó la televisión y cada uno se fue a su cuarto.

Conversación

Bueno, esto es parte de un libro que escribí con una amiga. Espero que os guste, a mi esta parte me gusta mucho. Muchos besos...


Cuando ya estaba totalmente fuera de la casa, y ya había cerrado la puerta del jardín, fui a buscarles. No podían andar muy lejos. De repente, como si les hubiera llamado, aparecieron delante de mí.
-Hola Clara-Se limitaron a decir los cuatro.
-Hola-Les saludé con una mirada desafiante, de esas que le echo a mi hermano.
-¿Qué haces levantada tan pronto? Todavía son las ocho de la mañana y es domingo-Me dijo Boris.
-Digamos que lo mío no es madrugar-Le contesté.
-Bueno, ¿Necesitabas algo?
-Quiero que me deis una explicación-Les exigí.
-Aquí no hay nada que explicar-Me contestó Elena.
-Sí que lo hay y tú lo sabes-Repetí.
-Está bien ¿Qué quieres saber?-Preguntó Boris.
-Todo-Contesté convencida.
-Todo-Repitió en voz baja.
-Para vuestra información, podríais haber disimulado un poco más en intentar buscar lo que estéis buscando. Se os nota mucho, la verdad, no he sido la única en fijarme.
-Tus amiguitas también sospechan-No era una pregunta lo que acababa de formular Boris, sino una afirmación.
-Así es, nos lo contamos todos, y sé perfectamente que os lleváis algo entre manos, no soy tonta-Les aclaré.
-Lo sé, y tampoco eres una persona del todo normal-¿Me estaba llamando anormal? ¡Podría cortarse un poco!
-¿Perdona?-Esperé a que se corrigiera.
-Con eso me refiero a… bueno, será mejor que lo olvides-Finalizó.
-Ni hablar-Negué-Como no me explique alguien que pasa no podré dormir en los posteriores días que me quedan de vida-Era verdad.
-Lo superarás.
-No, no lo haré-También era cierto-No soy una persona que le de muchas vueltas a los asuntos, pero sé cuando algo se merece que lo investiguen a fondo, y vosotros entráis en esa categoría-Les expliqué.
-No se rendirá-Le dijo Carlos a Boris.
-No es ella lo que me preocupa-Le explicó Boris a Carlos, refiriéndose, claro está, a mí.
-Pero podría servir… ya sabes…-Por primera vez oí la voz del chico del cual desconocía el nombre.
-Acabará averiguándolo-Dijo convencida Elena.
Carraspeé.
-Sigo aquí-Les llamé la atención.
Me pareció que Carlos y el chico del cual no sabía el nombre echaron una pequeña carcajada.

-¿Puede saberse de que os estáis riendo, Carlos y…?-Esperé a que me dijera su nombre.
-Álvaro-Me contestó el aludido-Encantado de conocerte Clara.
-¿Pero cómo demonios es que todos sabéis mi nombre?
-Todo a su tiempo, y además, no tenemos por qué perder el tiempo hablando con una niña-¿Boris, el jefe rarito me estaba insultando? ¡Pero que se había creído ese!
-O puede que sí-Les desafié.
-No, buenos días.
-Cobardes-¡Ups! ¿Había dicho eso en voz alta…?
-Es posible, pero yo que tú, intentaría no solucionar temas como este, son demasiado complicados para una niña como tú-¿De nuevo me estaba insultando? ¡Ya me valía con tener a Pablo en mi vida!
-Yo puedo hacer cualquier cosa si me lo propongo-Les intenté convencer.
-No te digo que no, pero este asunto no es como otro cualquiera-Insistió.
-Lo sé, y eso lo hace más interesante.
-Hablaremos otro día-Optó por decir.
-Seguro-Dije dándoles la razón-No me lo perdería por nada…
A lo que dije esta última frase, se iban alejando hacia quien sabe donde, yo me quedé parada, sin saber que hacer, estuve pensando durante unos segundos, y decidí que sería mejor volver a entrar en la casa.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Segundo

Ayer os deje un pequeño fragmento de un cuento sin principio ni final que se me ocurrió. Aquí os dejo la continuación. Que os guste mucho=)


¿No has sentido nunca que el mundo se te caía lenta y dolorosamente encima? Qué has hecho todo lo peor que se podía hacer, que no tiene ninguna solución, que no lo puedes cambiar.
Bueno, pues eso es lo que siento yo, que he hecho una estupidez y que no puedo volver a atrás y corregir mi error.
Por alguna razón que todavía no llego a comprender me tuve que mudar. Antes no me disgustaba la idea. Ahora, me aterra levantarme de la cama cada mañana sabiendo que en cuanto entre por la puerta del instituto, me van a hacer un gran pasillo para que no les toque si quiera.
Les comprendo, no es normal ser como yo. Ya lo se. Y me siento mal por eso, creerme.
Pero yo no tengo la culpa, existe una razón.
Y algún día os la contaré, lo prometo...

jueves, 10 de diciembre de 2009

Principio

Hola a todos...bueno, si es que hay alguien, eso espero.
Vereis, yo me dedico a escribir cuentos, poemas e incluso alguna letra de canción.
Y me apetecía escribir algo, cualquier cosa. Así que os dejo esto.
Espero que os guste.


Algunos se preguntan por qué, otros solo me miran con el miedo grabado en el rostro.
A esos que se preguntan el por qué soy así, les diría que no lo se y que tampoco me siento muy orgullosa de ser como soy, ya que lo que soy a conseguido meterme en problemas y no me ha dejado tener la posibilidad de encajar.
A los que sienten miedo, les diría que yo también me tengo miedo.
Eso de tener un cuerpo perfecto y un pelo negro increíble es perfecto... perfecto si no fuera por que soy diferente y no me miran bien cuando voy de una clase a otra en el instituto.
Como ya he dicho, me tengo miedo. No se que puedo hacer. El cambio ocurrió hace poco y aun estoy intentando descubrir que puedo hacer para no hacer daño. Por qué es lo que hago. Daño.
¿Por qué me a ocurrido esto a mí, una chica cualquiera que solo ha querido encajar en el nuevo instituto? A mí, que solo fui al bosque por hacer algo y que cuando volví a mi casa ya no era la misma...me había convertido en una rareza, en un monstruo.
Algunos se preguntan por qué, otros sólo me miraran con miedo...
Solamente quiero decir una última cosa:
Tener la pupila alargada, el ojo de color amarillo , las uñas afiladas y el ansia de correr y escapar de nadie, no es divertido.