Fui a la cocina y empecé a preparar la cena al tiempo que ponía la mesa. Cuando estaba colocando los platos, Nathan entro y se sentó en su sitio. Llevaba una camiseta azul oscura, unos pantalones blancos y el pelo mojado y peinado hacia atrás.
—¡Mmm!—exclamó satisfecho—¡Pasta!
—No te molestes, ya puedo poner la mesa yo sola—saqué los vasos y los puse sobre la mesa.
—Vale—se río—, entonces me quedo sentado.
Le saqué la lengua, terminé de poner la mesa y empezamos a comer.
—¿Sabes quién es Vanesa?—me preguntó mientras enroscaba unos spaghetti y se los metía a la boca.
—¿Esa que va contigo a clase y de la que no dejas de hablar?—cité con una sonrisa.
—Esa misma—miró su plato y sonrió tímidamente—. Pues resulta que…, esto, salgo con ella.
—¡Ay!—exclamé—Pero si el pequeñín tiene novia.
Ahora fue el él que me sacó la lengua y yo reí.
—La podrías invitar—sugerí.
—¿Dónde?
—A casa del vecino no te parece. ¡Aquí, idiota, aquí!
—No se, no se.
—¿No te fías de tu hermana mayor?
—¿Es obligatorio contestar sinceramente? Porque dudo que te guste la respuesta.
Le pegué en la frente.
—Come y calla.
—Tú eres la que ha preguntado…
Cuando acabamos de cenar, Nathan se fue al salón a ver la televisión y yo fregué los platos.
—¿Has hecho los deberes?—le pregunté.
—Sí.
—¿Y te sabes el examen?
—Sí.
—¿Te pregunto?
—No te molestes, tranquila.
—Si yo estoy tranquila.
Seguí fregando y cuando por fin acabé, me senté en el pequeño sofá blanco junto a Nathan. La tele, en frente de nosotros, estaba encendida. A sus lados había dos estanterías llenas de libros y revistas. También, detrás del sofá, había una mesa de madera rodeada de sillas.
—¿Qué miras?—pregunté intentando identificar las imágenes que inundaban la televisión.
—La tele, ¿es que no es obvio?—contestó como si fuera la pregunta más lógica.
—Eso ya lo sé, idiota. Me refería a la serie película o lo que sea eso.
—¿Idiota? ¿Yo?—negó con la cabeza.
—¿Me lo vas a decir o no?
—Sí, sí. Pocoyo.
—¿Pocoyo qué?
—Pues que lo estoy viendo.
Abrí mucho los ojos y me reí con ganas, ya que Pocoyo eran unos dibujos animados para niños de unos 3 años.
—Venga, ahora enserio. ¿Qué miras?
—Te lo he dicho: Pocoyo. ¡Mira, ahora sale Pato!
Un gran pato amarillo hizo su aparición en pantalla. Llevaba un sombrero verde y unos ojos tremendamente grandes. Empezó a saludar a los espectadores en plan Miliki (¿Cómo están ustedes?)
—Tienes trece años y ves esto. Ya te vale. Seguro que al saber esto Vanesa se empezará a reír, te dejará y volverás a estar solitario.
—Ni se te ocurra. En realidad, acababa de terminar la película de Gladiator y no me ha dado tiempo a cambiar por que has venido tu ha incordiar.
Puse los ojos en blanco y cogí el mando de entre sus manos. Fui cambiando de canal en canal. Al llegar a la Sexta, no pude hacer nada ya que Nathan me arrebató el mando de las manos y exclamó un <<¡Déjalo, déjalo!>>. Al parecer estaban retransmitiendo un partido de fútbol Barça-Manchester United. Así que me pegué los siguientes tres cuartos de hora viendo como un balón iba de un lado a otro dentro de un rectángulo de césped verde y escuchando a mi hermano: <<¡Venga Xavi, que es tuya!>>, <<¡Dale, Puyol, dale!>> y <<¡En plena jeta, Edwin Van Der Sar!>>.
Me pregunto quien narices será ese Puyol…
Bueno, y también tuve que tragarme al comentarista: <
¡Joder, que ya lo veo no hace falta que me lo expliquen!
Al fin, cuando terminó el partido (no me enteré ni de quien había ganado) Nathan apagó la televisión y cada uno se fue a su cuarto.
3 comentarios:
jjaja ya lo abia leido, pero... como si no lo hubiera visto en la vida, prometido XD
muy en tu linea, sigue asii =P
jaja ok mu maja
Tres intiresno, gracias
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