El maletín en la puerta
siempre lo dejaba Berto,
se cerraba en su despacho
apenas me daba un beso,
apenas era un roce.
Siempre escribía verso
sin tener nunca un descanso.
Yo entonces iba al huerto
Pienso lo mismo, cavilo:
¿tan sólo soy un cebo?
¿se casó por mi dinero?
¿por un hijo, es por eso?
No me casé con su cara,
no lo sé, tal vez es bello,
lo hice yo con su persona,
yo me casé por ello.
Pero él no me quiere, lo sé,
ni tampoco a su hijo el bello
de padre el gran hermoso
“¡Yo le quiero, le quiero!”
grita una voz en mi cabeza
a cada vez que le veo,
grita fuerte mi corazón.
En el huerto yo deseo,
mientras planto las semillas,
que sea todo un sueño,
que todo sea mentira.
Para darle más sentido aún a todo esto, diré que mi wonderful seudónimo era "Yo", el más grandioso de todos. Prefiero no subir el soneto, era una gran mierda madre.